Valderrobres_Recorrido 2
La parte más singular, distintiva y mágica de Valderrobres es la parte alta. Desde kilómetros de lejanía se avista el incomparable conjunto del castillo y la iglesia de Santa María la Mayor, que corona la localidad y que sigue siendo el centro de todas las miradas en cuanto ponemos un pie en Valderrobres. Este marco, que es uno de los más ricos culturalmente, comprende también lugares menos conocidos como el Palau y algunas de las callejuelas más interesantes.
En la subida desde el centro de la localidad a la parte alta, encontramos varios de los edificios singulares de Valderrobres. Ubicado en medio de una gran escalinata que conecta la portada de la iglesia y la plaza de la localidad, el Palau es uno de los edificios que llaman la atención. Esta gran construcción de impresionantes dimensiones, pudo servir para la recaudación de impuestos para el castillo de la localidad, al que supuestamente estuvo ligado debido a la conexión mediante un pasadizo secreto hasta la fortaleza. Parte de él, también sirvió como antiguo hospital. A día de hoy se rehabilitó como museo con acceso desde la calle Bonaire.
Siguiendo la subida de la Iglesia, nos encontramos por fin en la parte alta de la localidad. La plaza de la Iglesia contiene tres grandes atractivos: el templo parroquial, su gran torre campanario y el calvario de Valderrobres. En la parte alta de la escalinata se abre la figura de la iglesia de Valderrobres en honor a Santa María la Mayor. Una construcción gótica que destaca por su abismal portada formada por once arquivoltas apuntadas hacia un enorme rosetón. A la derecha se observa la torre campanario coronada por unas almenas.
Los jardines del Calvario, en la actualidad maltrechos por el paso del tiempo, están dedicados al Calvario de Jesús y a las estaciones del Vía Crucis. Justo al otro lado de la plaza, arranca la calle Bonaire, una de las más singulares y que acapara más visitas y curiosos. Esta vía circula justamente por debajo del patio de armas del castillo, por lo que una de sus paredes se alza en una gran altura hasta alcanzar los pies de la fortificación. Al otro lado, y al principio de la calle Bonaire se abre la calle Talegón, un estrecho callejón descendiente repleto de plantas desde el que se puede divisar el horizonte. Más adelante, se encuentra alguna de las casas más pintorescas de la localidad, entre las que destaca una de ellas teñida de azul y con un carro y una bicicleta amarrados a su fachada. Este es, sin duda, uno de los rincones más fotografiados de Valderrobres. Al final de la calle Bonaire, se abre el portal de Bergós, uno de las antiguas entradas a la villa que formaron parte del recinto amurallado y que todavía hoy siguen en pie. En concreto, este se encuentra adosado a lo que fue uno de los torreones de la muralla de Valderrobres. Esta entrada en forma de arco de medio punto llevaba hasta la población de Torre del Compte.
De la parte visitable de la zona alta destacan la iglesia, el castillo y el museo. Los tres complejos se pueden visitar con una misma entrada. La parte más reciente es el museo o centro de interpretación de la localidad, ubicado junto a la iglesia y a los pies del castillo, que fue abierto en 2015. Este museo concentra cultura y tradición de esta localidad y de sus vecinas. En el espacio se encuentran exposiciones permanentes que comprenden obras escultóricas y recorridos por la vida de personajes ilustres como Elvira de Hidalgo.
En lo alto de este marco se ubicó el notorio castillo de Valderrobres. Esta imponente fortificación es el fruto de una construcción defensiva que posteriormente se convirtió en un hogar palaciego de las figuras más importantes del reino aragonés. A día de hoy, el castillo de Valderrobres concentra todos sus esfuerzos en alcanzar su completa restauración y es el lugar de reunión de centenares de citas culturales.