Colindando con la frontera este del Matarraña que separa Aragón y Cataluña, Lledó se levantó sobre una colina, que en la actualidad dibuja completamente su plano urbano. Las calles empinadas y los diferentes niveles de las edificaciones distribuyen toda la población de Lledó.
La localidad es conocida por su cultura vitivinícola. Grandes bodegas familiares han llevado el nombre del municipio por todo el mundo, haciéndose con galardones nacionales e internacionales gracias al producto de las tierras del Matarraña. Los vinos, cultivados en el territorio, se producen y elaboran por completo desde hace décadas en esta población.
La plaza Mayor del municipio es el centro de la población. En ella se encuentran los edificios más importantes como son el ayuntamiento y la iglesia parroquial. Su ubicación en pendiente les otorga un exterior característico, las dos fachadas forman parte de este desnivel. Un pequeño pasadizo coronado por un arco de medio punto permite la conexión del ayuntamiento con la plaza Mayor. El ayuntamiento, adaptándose perfectamente al resto de las construcciones del Matarraña, se construyó en piedra sillar y en la planta baja cuenta con una lonja similar a la de las casas consistoriales construidas entre los siglos XVI y XVII. La iglesia parroquial, de origen gótico, está dedicada a Santiago Apóstol. Un arco apuntado flanquea la portada principal definida por seis arquivoltas. Justamente encima, una ventana de tres luces definidas por dos columnas corona la portada. El templo fue declarado como Bien de Interés Cultural en 1984.
Santa Rosa de Viterbo es el lugar de devoción popular de los vecinos de Lledó. Esta ermita, ubicada a unos 3 kilómetros de la localidad, reúne a la población anualmente. El primer sábado de junio, como tradición, se celebra una romería a la ermita, donde posteriormente se celebra la misa en honor a Santa Rosa y se realiza una jornada de convivencia. El edificio, de la primera mitad del siglo XVIII, es de estilo barroco. Más concretamente, data de 1735.
Al igual que su población vecina, Arenys de Lledó, con la cual también comparten similitud de nombre, Lledó está bañado por el río Algars. Este afluente del río Matarraña recorre en total unos 70 kilómetros hasta su desembocadura en Nonaspe. Su ribera es uno de los espacios con mayor valor paisajístico del territorio: de hecho, su parte derecha, coincidiendo con la ribera catalana, fue declarada Reserva Natural Parcial. El entorno contiene uno de los rincones con mayor esplendor de Lledó. El viaducto sobre el río Algars formó parte del recorrido del tren que unía antiguamente Alcañiz y Tortosa y que hoy en día forma la Vía Verde Val de Zafán. Este puente destaca por su estructura calada que forman cuatro grandes arcos de medio punto.