Señorial, noble e imponente es la villa de Cretas. Esta localidad, que se edificó en la margen derecha del barranco del Calapatar contiene una de las mayores riquezas prehistóricas de la zona. En este barranco se conservan las primeras manifestaciones de arte rupestre levantino descubiertas en España, en la Roca dels Moros y Els Gascons. También son numerosos los poblados íberos que colman la zona norte del Matarraña. Valdeltormo, Mazaleón, Calaceite y Cretas forman una de los parajes más ricos arqueológicamente. El poblado de Els Castellans es una de las evidencias que demuestran la existencia de esta cultura en el Matarraña.
En el interior de la localidad, las grandes piedras de sillar le otorgan la grandiosidad por la que se conoce al municipio. Nobles caseríos y portales salpican las calles de la localidad. El portal-capilla de San Roque y el de San Antonio de Padua son dos de los ejemplos que se conservan en pie todavía hoy y que antiguamente conformaban las entradas de la muralla a Cretas.
De entre los rincones de la localidad, se divisa desde lejos la torre octogonal de la iglesia de la Asunción, una construcción de origen gótico-renacentista de sillería que representa la confluencia de los estilos en el siglo XVI, cuando se construyó la misma. El edificio fue declarado Bien de Interés Cultural en 1983. El trazado desde ésta por la calle Mayor, es uno de los más ricos de Cretas. Enormes casas y pasadizos se vislumbran hasta llegar a la plaza Mayor de Cretas. El centro neurálgico de la localidad alberga una enorme columna en su centro que sostiene el escudo municipal.
La casa Turull es el caserón más conocido en el municipio. Este bello rincón es muestra de un antiguo palacete que perteneció a los miembros de la familia Turull, conocidos por dedicarse a la construcción de órganos para iglesias. El edificio luce una de las más ornamentadas portadas coronada por un gran balcón de hierro forjado.