Como su nombre indica Las Parras de Castellote está vinculada históricamente a la localidad de Castellote. El topónimo que le da nombre deriva del matorral que podemos ver en su entorno. Los primeros yacimientos hallados se encontraron en el cabezo de los Canales y pertenecen a la edad del hierro. De la época también se han encontrado restos en la zona del Pilón de San Pablo y en Casejo del Tío Anico.
Tras la reconquista Alfonso XII donó el municipio a la orden de Temple y posteriormente formó parte de la Orden Sanjuanista. Durante muchos años perteneció a la encomienda de Castellote, de ahí su apellido, hasta que en 1711 pasó a formar parte del Corregimiento de Alcañiz.
Las Parras de Castellote es un pueblo con encanto y así lo demuestran sus edificios y sus calles. Entre su patrimonio destaca la iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari como uno de los edificios más representativos. Construido en el año 1639, principalmente en mampostería, podemos ver esta fecha que hace alusión a su finalización en la fachada. Llama la atención que aunque hoy la iglesia está dedicada a San Nicolás de Bari anteriormente rendía culto a Nuestra Señora de los Ángeles.
Anexa a la iglesia de San Nicolás de Bari, en un punto de su cabecera, encontramos el portal de San Antón. Se piensa que este portal fue una puerta de la población de la antigua muralla de la localidad. La calle de San Antonio se cree que albergó grandes edificios de la época porque algunos de ellos todavía conservan inscripciones alusivas a los siglos XVII y XVIII. Uno de ellos guarda un texto que reza “alabado sea el santísimo sacramento”, que demuestra el carácter de los antiguos edificios hoy plenamente transformados. Ejemplo de ello son la Casa Escuder o la Casa Consistorial.
También son destacables en este paseo por Las Parras de Castellote el puente formado por un arco de sillería, el lavadero, las fuentes de arriba y de abajo y los molinos aceitero y harinero.
Pero antes de seguir volveremos al pasado para comprobar el funcionamiento de una noria a sangre del siglo XIX. Se denominaba así porque su tracción era animal y el movimiento de caballerías funcionaba como motor de accionamiento de la misma. El mecanismo era muy sencillo, los animales con su movimiento ponían en marcha una palanca de giro la cual activaba el movimiento de dos ruedas unidas a la noria.
Ya en las afueras de la población podemos visitar dos ermitas. La ermita de Santa María Magdalena, que tiene su origen en el siglo XVII aunque la obra actual es fruto de la unión de la originaria ermita con la anexa casa del ermitaño. Y por otro lado la ermita del Calvario de los siglos XVII y XVIII con reducidas dimensiones, que nos recibe en su porche formado por un tejado de una vertiente apoyado en dos prominentes columnas de piedra. Ésta posee muy buenas vistas.
En cuanto a los actos festivos más importantes en la localidad tenemos que hacer referencia a las fiestas de San Roque que se celebran en torno al 16 de agosto.