Monroyo_Ermita
La ermita de La Consolación en Monroyo está estrechamente vinculada con una leyenda. Cuentan las lenguas que un caballero perdido entre la nieve del sur del Matarraña debió refugiarse en las entrañas de su caballo para no morir congelado y perjuró que en caso de que lograse conservar su vida construiría una ermita en honor a la virgen, que le condujo a la propia población de Monroyo gracias a un toque de campanas. En el lugar en el que se perdió el caballero hoy se erige la ermita de La Consolación o de la Mare de Déu, como se conoce en el municipio.
Este gran templo de origen barroco se recoge entre el pinar a unos 3 kilómetros de la misma población. El santuario cuenta con la iglesia y la casa del ermitaño que se construyó en 1562 para albergar a la persona al cargo de la ermita. El edificio principal data de la primera mitad del siglo XXI construido en mampostería, aunque posteriormente se amplió al menos en dos ocasiones en 1773 y en 1903. En su interior, se abre una planta de cruz en una sola nave cubierta por una gran cúpula de crucero. Su decoración interna, sobria y sencilla, se centra en dos grandes murales y en las pechinas de la cúpula. La casa del ermitaño, de grandes dimensiones, fue reconstruida en 1731 y estuvo habitada hasta el primer cuarto del siglo pasado. Posteriormente, durante la Guerra Civil se utilizó como hospital de campaña.
Uno de los lugares emblemáticos de Monroyo está aquí, pues los vecinos de la localidad acuden año tras año el lunes de Pascua para manifestar su devoción por la Virgen y conservar esta jornada de convivencia. En el lugar se encuentra el olmo de la Consolación: uno de los árboles singulares catalogados en la comarca del Matarraña.