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Calanda

Convento del desierto

El Convento del desierto de Calanda se mantiene enfrentado con la historia porque son muchos y casi todos negativos los quehaceres sufridos por esta obra arquitectónica, que hoy languidece en ruinas aunque mantiene la dignidad de quien, con el paso de los años, no se da por vencido. Situado en un estratégico enclave para encontrar la tranquilidad y el aislamiento entre Calanda y Torrevelilla, los Carmelitas Descalzos decidieron construir un convento y por ello se hicieron con una antigua casa de campo, que se situaba en el enclave denominada Torre Alginés en el año 1682. Sin embargo las obras duraron hasta el año 1701, pero no será concretamente hasta el año 1728 cuando se construye su gran iglesia.

Los avatares sucedidos fueron nefastos ya que en el año 1705 sufre un incendio durante la Guerra de Secesión. En 1808 también sufre las consecuencias de la Guerra de la Independencia, siendo saqueado por los franceses y perdiendo su amplia biblioteca. Entre 1835 y 1837 se produce la exclaustración del convento, coincidiendo con la desamortización en España. Cinco años más tarde pasará a manos privadas pero en un estado de ruina que se mantendrá hasta nuestros días aunque mantenga restos muy importantes, como la imponente fachada de la iglesia de tres cuerpos. La misma poseía tres naves y estaba fabricada en piedra sillar. La cúpula residía sobre la capilla mayor. 

El complejo era muy amplio y entre sus dependencias se encontraban numerosos espacios como el propio templo, un claustro, celdas, biblioteca, sala capitular, refectorio, cocina, enfermería, bodegas, establos, almacenes, molino, fuente o nevera, indispensables para la vida diaria. El convento es un Bien catalogado del patrimonio cultural aragonés al que algunos se atreven a denominar como el Escorial aragonés.

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